Madre, madre, tu me besas, pero yo te beso más, y el enjambre de mis besos no te deja ni mirar…
Si la abeja se entra al lirio, no se siente su aletear. Cuando escondes a tu hijito ni se le oye respirar…
Yo te miro, yo te miro sin cansarme de mirar, y que lindo niño veo a tus ojos asomar…
El estanque copia todo lo que tú mirando estás; pero tu en las niñas tienes a tu hijo y nada más.
Los ojitos que me diste me los tengo de gastar en seguirte por los valles, por el cielo y por el mar…
CARICIA – Gabriela Mistral